(Sólo para personas con criterio formado)
Con todo creo que Jadue genera simpatías, es un hombre moderado, carismático y varias de sus ideas son más bien propias de un socialdemócrata. No es mal candidato, es evidente… ¿pero va a gobernar con quien? los comunistas son obedientes con su partido y su ideología y tendrá que defender de su programa cosas como el famoso y cuestionado comité popular de medios de comunicación, por ejemplo, como medida para terminar con una extrema concentración de medios en el país, solución que más bien agrava el problema más que resolverlo y de paso, instala esa cosa autoritaria, centralista y opresiva tan característica de los regímenes que aún defienden. No es lo único, pero es la muestra de un sector que le cuesta desprenderse de su propio ideologismo. Claro, después ha querido aclarar sus dichos, pero como siempre en el PC, tienen que dar explicación para desdecirse de lo que dijeron cuando se trata de temas que para ellos presentan algunas dosis de ambigüedad como no condenar la violencia cuando no les conviene o justificar dictaduras si les conviene.
Boric, por su parte, me ha sorprendido en esta campaña, con un discurso mucho más moderado y sobrio desde el punto de vista político que aquel utilizado por la mayoría de los personajes del FA. Entiendo que en tiempos de polarización surgen esos discursos más ultras en todos los sectores, y a ellos no podemos exigirles que tengan la mirada de gente como nosotros, equilibrada y lejos de la histeria y el fragor político. Habrá que esperar que ese clima decante. Es lo que ha pasado con los constituyentes, el primer día ardiendo Troya y de a poco los discursos se han morigerado un poco, por eso sigo siendo optimista del la CC. Si Boric es electo con el relato que ha construido estos días de campaña, sería una linda oportunidad para una izquierda seria, reformadora, dialogante y reformadora. Si es que los más recalcitrantes del FA se lo permiten.
En la Derecha, genuinamente Briones, Sichel y Desbordes están más al centro de lo que tradicionalmente ha sido RN (es una forma de decir eso de “más al centro”, pero se entiende, quizás mejor dicho más alejado de la derecha tradicional chilena, ultramontana, católica y aristocrática). ¡En buena hora! Han hecho lo que se pensó que iba a hacer Allamand y su patrulla juvenil hace 20 años atrás. Proceso que terminó siendo un fiasco. Pero claro, los tiempos invitan a una renovación de la derecha democrática y liberal. Habrá que ver qué Derecha gana… si ésta de los tres candidatos de sector, o la conservadora tradicional, aunque aparentemente esa derecha no tiene candidato, porque Lavín es una majamama populista variopinta y esquizoide y la de Kast es de un fanatismo casi en extinción en el planeta entero. ¿Hay gente en Chile así? si, votan por la Marinovic y por el almirante Arancibia… no son muchos pero pesan porque mantienen vínculos con los militares, la Iglesia, las empresas y la historia del país con sus apellidos y negociados
¿Y Lavín? Lavín aunque no representa a la UDI será apoyado por ésta, es parte de un delirante populismo conservador. Lo mismo pasó en EE.UU., a un sector importante del noble Partido Republicano no le gustaba Trump (sí, “noble”, un partido de gran tradición democrática que en otros tiempos hubiera actuado con mucha responsabilidad restringiendo el ascenso a la Casa Blanca a un payaso sacado del circo de las inmobiliarias y la especulación financiera), sin embargo terminó votando por él, más allá de sus miradas éticas y políticas por ese afán de poder que a veces corrompe el legítimo interés de los partidos o la clase política por venderle el alma al diablo con tal de estar arriba.
Lavín es la antítesis del estadista, del político de sólidas convicciones, de miradas estratégicas; es un compendio de frases vacías y clichés, solucionáticas de parche para temas de fondo, constructor del relato que le gusta escuchar a la gente de los matinales, una sonrisa forzada en un envoltorio de buen padre y marido, simpático y chistoso, cuando es frío como una serpiente, indiferente, probablemente frígido en lo íntimo y como ya sabemos también en lo intelectual. Cree que la seguridad se resuelve con botones de pánico, la inclusión social con hacer edificios en Las Condes; la sequía, haciendo pasar a las cabras de Ovalle en los jardines de La Dehesa; los problemas de transporte con monopatines eléctricos como si todo Chile fueran las comunas del Rechazo… cree que su presencia ante las cámaras lo transformarán el Superman que resuelve hasta las goteras del cálifon para ser un hombre cercano de los problemas verdaderos de la gente. Pero a la UDI nada de eso le interesa, no le importa que el Opus Dei sea un remedo de católico, que se declare bacheletista-aliancista al mismo tiempo de manifestar su adscripción a la socialdemocracia y reconocer sin embargo, que siempre ha sido de “centro derecha”. Para qué seguir, podríamos escribir un libro. Me da un poco de asco este tipo de políticos, para no usar un epíteto más insultante.
Pero en ese sector por supuesto que no es la única: la Van Rysselberghe me da risa, Kast me da náuseas, Coloma rabia, Piñera me da pena pero Lavín me da asco. Tranquilos, en los otros sectores también hay personajes así. La condición dura con la que me refiero a estos personajes de la UDI, no son propias ni exclusivas de ellos, sino también de otros políticos, desde el centro hasta la Lista del Pueblo que me tocó conocer en la campaña. Pero claro, los respectivos sectores no lo ven porque defienden de sus cercanos lo que critican de sus adversarios, como praxis que demuestra la política de la paja en el ojo ajeno, condición que por cierto habla más bien de nuestros dogmatismos que de ser poseedor de una conciencia avanzada hacia la libertad de pensamiento.
Desbordes fue perjudicado al dejar la Cámara de Diputados, ser ministro le hizo mucho daño, la culpa es de él no más. Fue gil, torpe e ingenuo. De ahí se ha venido para abajo y todo lo sólido que fue en un momento se desvaneció en el aire, parafraseando a Marx. Es un hombre simpático, serio y sensato pero errático, demostró no tener capacidad de mantener una impronta en el tiempo, de mostrar agallas, de asumir el liderazgo del sector. Va a salir cuarto en estas primarias.
Sichel representa un sector de la derecha liberal aún en proceso de identidad, al revés de Briones que me parece un liberal más sincero, moderno, más alineado con las centroderechas sociales de Europa. Tiene futuro, es serio, estudioso, liberal en lo económico (no neoliberal) con sensibilidad social y también liberal en lo valórico (que feo el concepto)… me gusta harto Briones desde esa perspectiva, ojalá en la izquierda tuviéramos más liberales en esa línea (bueno, existen, Milosevic y Squella).
Me imagino un Chile futuro con una derecha moderna social como la de Briones y una izquierda moderna despojada de los atavismos marxistas del s. XX.: Socialdemocracia y liberalismo, estado fuerte y eficaz, libertades individuales consagradas pero estado de bienestar a ultranza. Debería ir por ahí la cosa. El relato de la Iglesia fuera de la discusión pública y FF.AA. profesionales despolitizadas bajo férreo control de la civilidad. Por ahí va la cosa, pero eso es para otro espacio.
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¿Y qué pasa con las otras fuerzas que se quedaron debajo de la mesa de las primarias? Es casi para un comentario aparte, pero que intentaré desglosar en pocas líneas,
Duro desafío es el que les corresponde asumir a la DC, el PR, el PPD y el PS, partidos desdibujados por sus propias torpezas, en las de los partidos y las de sus presidentes de turno hace rato, confundidos en el no haber defendido el legado inmenso de la Concertación durante estos años y no haber realizado los cambios necesarios para sacudirse de la herencia pinochetista a tiempo, enredados en sus propios discursos e incapaces de haber dado una salida oportuna a una crisis que no sabemos del todo la profundidad que tendrá en los próximos años, tras la Nueva Constitución, si es que hay Nueva Constitución (no me imagino otro escenario).
La DC perdió la impronta cristiana, no porque haya dejado de serlo, sino porque lo «cristiano» perdió todo relato en la cosa pública. Si bien la DC surgió en un tiempo donde las ideologías del capitalismo salvaje y del marxismo estalinista necesitaban una mirada humanista (fundada entonces en la tradición cristiana o en una construida desde el laicismo y las clases medias como el radicalismo) la DC tenía sentido, bueno los radicales también. Pero claro, hoy afortunadamente el paradigma religioso está en plena retirada y los valores del republicanismo laico propia de los radicales de mediados de siglo han permeado en todos. ¿A alguien se le ocurriría volver atrás en temas como las píldoras anticonceptivas y del “días después”, divorcio, condición de hijos legítimos, aborto en res causales, prohibir “La última tentación de Cristo”, etc., etc., etc.? Bueno, si a algunos, a los más recalcitrantes políticos actuales decimonónicos, son poco y cacarean mucho pero tiene un peso parecido a cero. Aún recuerdo a un padre Hasbún desaforado queriendo encadenarse en las rejas del Cine Rex para oponerse al estreno de la película de Scorsese.
Entonces, ante la desaparición de los extremos propios de la Guerra Fría, ¿se justifica una postura democristiana, incluso radical para comprender los nuevos tiempos y estar equidistante de los extremos? En absoluto. Los sectores de centro deben buscan hoy otros nuevos derroteros para avanzar, la construcción de un tiempo donde efectivamente garanticemos más oportunidades genuinas para todos, con equidad en el acceso al bienestar, una educación pública fuerte e inclusiva, y al mismo tiempo, libertad para decidir tu propia vida, sobre tu propio cuerpo y sexualidad, para emprender, soñar, incluso, consumir. Carlos Peña lo diría mucho mejor que yo, por supuesto.
Finalmente, entiendo los símbolos y los emblemas, se respetan y con ellos se construye identidad, pero no podemos seguir viviendo a la sombra de los próceres ni idealizar las improntas fallidas de muchos de ellos. El partido socialista no sólo debe sacudirse de esos viejos liderazgos y asumir un rol conciliador entre los que quieren cambiarlo todo y los que quieren mantener todo, sería una buena alternativa, por eso y nada más que por eso Narváez podría haber tenido posibilidades, pero ¿porqué ya no? porque su plataforma política ha sido zigzagueante, y porque ella misma a pesar de su capacidad y claridad conceptual, no logró prender entusiasmo en la ciudadanía, y vaya que es clave ese liderazgo en países como el nuestro que seguimos esperado a un papá o a una mamá que nos gobierne y nos diga qué hacer. Somos una pequeña república con resabios monárquicos. Una pequeña república que al final debe enfrentar el futuro con otros paradigmas, ya no con las pancartas del heroísmo mítico de algún presidente, ni los ideologismos trasnochados del s. XX., menos con la herencia de una dictadura cuyas heridas aún no sanan. Debemos actuar con responsabilidad, algo que se echa mucho de menos hace rato en la clase política de todos lados, casi nadie se salva de la debacle, lo que no significa que no hayamos avanzado.
La decisión del cambio, una vez más, y como siempre, está en manos de la ciudadanía, en su íntima conciencia y su vocación de paz, somos los ciudadanos los que debemos dar el ejemplo, escuchar, escuchar mucho, tratar de desprendernos de nuestros dogmas, ser generosos, porque de lo contrario no podremos transitar hacia una mejor democracia y podríamos quedar entrampados en el peor de nuestros destinos.