Mágica vinculación dorada

Entre el 2 de marzo y el 28 de diciembre de 1959, es decir exactamente hace 60 años, en pocas cuadras a la redonda en Nueva York, tres ingenieros de sonido grabaron los que quizás sean los mejores discos de jazz de la Historia. No es una coincidencia, es el corolario de un proceso creativo continuo que significó que al final de esa década, algunos de los más grandes artistas de la música sincopada y de improvisación dieran un vuelco a todo lo que se había compuesto e interpretado antes, para crear un nuevo sonido y refundar el jazz como quizás hasta ahora lo conocíamos.
Es una historia centenaria que marca una inflexión ese año en dos o tres estudios de grabación transformando la herencia del viejo jazz, del be bop, del cool, de las corrientes subterráneas del blues negro de Luisiana, en una nueva música que se funde en una dinámica universal de sonoridades del mundo, estructuras armónicas más complejas, haciendo una metamorfosis del hard bop al modalismo, impulsando la tercera vía con un John Lewis que exploró la música europea: Bach, Varese y Stravinski; una búsqueda donde Miles Davis fue el líder sin quererlo; luego Coltrane y su africanismo, su orientalismo, su misticismo trascendente anticipándose a Acuario; Bill Evans con su frágil y persistente rítmica; luego las metrópolis, Los Ángeles, Manhattan, y Filadelfia; los suburbios, el funk, el rock, el año que Teo Macero abrió todas las compuertas, aparecieron Bob Dylan y Paul Simon, Reed y Cohen, Clapton y McLaughlin. Los Beatles con el pulso del bajo, con Rhodes improvisando sonidos frágiles en el teclado eléctrico. Ornette creando nuevas etiquetas, los quintetos endemoniados de los sesenta dejando correr el agua de la sabiduría.
Entre marzo y abril Miles Davis grabó The Kind of Blue, para muchos -para mí también- el disco más importante de la historia; entre mayo y diciembre John Coltrane hizo los propio con Giant Steps; el 22 de mayo, Ornette Coleman grabó The Shape of Jazz Become y dio aún más libertad a las escalas; el heredero natural de Duke Ellington, Charles Mingus, grabó nada menos que dos joyas entre mayo y diciembre, el Ah Um y Mingus Dinasty, ambos indispensables para comprender el bop actual, la furia de la orquesta, el bajo como líder; después de Navidad, Bill Evans, el blanco pianista del contrabajo imprimió los surcos de Portrait in Jazz, y el cuarteto de Dave Brubeck, con ese aterciopelado saxo alto de Paul Desmond, el famosísimo Time Out.
Son siete discos, grabados en 300 días, lo mejor de lo mejor, los más grandes nombres del jazz moderno, cada disco un universo completo de guiños, de insinuaciones y propuestas, de rincones luminosos y de conexiones sagradas. Cada uno vale su escucha y estudio, para descubrir qué dorado hilo vincula tan mágicamente estas obras maestras de 1959.

  1. Dave Brubeck Time Out.* Prod: Teo Macero. Ing: Fred Plaut; NYC Columbia. Grabado en 25-jun-59/18-ago-59
  2. Miles Davis Kind of Blue. Prod: Teo Macero. Ing: Fred Plaut; NYC Columbia. Grabado en 02-mar-59/22-abr-59
  3. John Coltrane Giant Steps. Prod: Nesuhi Ertegun. Ing: Tom Dowd, Phil Iehle; NYC Atlantic. Grabado en 04-may-59/02-dic-59
  4. Charles Mingus Mingus Ah Um . Prod: Teo Macero. Ing: Ray Moore; NYC Columbia. Grabado en 05-may-59/12-may-59
  5. Ornette Coleman The Shape of Jazz to Come. Prod: Nesuhi Ertegun.Ing: Bonus Howe; NYC Atlantic. Grabado en 22-may-59/22-may-59
  6. Bill Evans Portrait in Jazz. Prod: Orrin Keepnews. Ing: Jack Higgins; NYC Columbia. Grabado en 28-dic-59/28-dic-59
  7. Charles Mingus Mingus Dinasty. Prod: Teo Macero. Ing: Fred Plaut, Ray Moore. NYC Columbia. Grabado en 01-nov-59/13-nov-59

Publicado por Rodrigo Reyes Sangermani

Un trashumante que busca explicaciones casi siempre sin encontrar ninguna

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